lunes, 12 de noviembre de 2012

Estado de denuncia



Antes era diferente. Los momentos libres eran aeropuertos esperando el aterrizaje de una idea. Solía ser más creativo antes. Ahora, en cambio, la hierba ha brotado desde las grietas, las álgidas líneas y luces guías están herrumbradas de bits, y a cada momento, cada principio de lo que pudiera ser una idea, un proyecto, termina como esperma en el azulejo, en un comentario en el muro: Extraño mi cerebro antes de internet.

Seguramente el “Caradenaipe” Petraeus (http://america.infobae.com/notas/61293-Los-correos-que-hicieron-renunciar-al-director-de-la-CIA) habrá tenido algo que ver. Él y sus picarones amigos se la pasaban investigando qué es lo que los demás piensan y hacen. Todo para mantener la “seguridad nacional”. Gracias a (o por culpa de) esta ley de seguridad máxima, mi cerebro duerme en una caja, en un disco rigido de algún galpón en Arizona en donde duermen las capacidades cerebrales de todos aquellos inmersos en la nube, de todos aquellos que mandan twitters, postean en los muros, y hacen todo lo que antes hacían en la vida real a través de un dispositivo on-line.

Nuestras cabezas han sido bluetoothteadas y para colmo, amenazan:  la amenaza de romper con el supermercado del pensamiento en Arizona es que puedan bluetoothear los cerebros de todos tus “contactos” y a partir de entonces, que todos se comporten de una manera amenazante en tu contra. En defintiva, ellos conocen todos tus movimientos y pensamientos más recónditos. Pueden saber cuales son tus puntos flacos. Saben que te puede molestar. Amenazante por cierto.

Ahora, el tema es cuando todos estamos sucios, cuando todos tenemos una mancha y nadie puede acusar a nadie. De chicos nos gustaba jugar en el barro, nos sentíamos identificados, libres, había compañerismo y algarabía. De mi parte, celebro que Petraeus se haya masticado una secretaria. 37 años de casamiento es demasiado tiempo para mantenerse en línea. Es inhumano. El hombre genera millones de espermatozoide por minuto. La mujer un solo óvulo cada mes. Algunos se pueden (y quieren!) escapar!

Pero volvamos al tema que nos compete. La denuncia. Antes gozaba de wi-fi estelar, tenía conexión directa con el ramillete de estrellas que me correspondían por ley divina, por el solo hecho de haber nacido en este planeta, en determinada hora, en determinado lugar. Era un ser lúcido, conectado 100% con todo lo que me rodea, espontáneo, siempre una salida lúcida a un problema del momento. Desde que descubrieron la forma de filtrar esta información a través de satélites intrusos, ahora la data que me corresponde pasa por el satélite, luego va a Arizona, vuelve al satélite y luego me llega, con suerte, 10 minutos más tarde, cuando ya no tengo la necesidad de la frase, y me queda como leve consuelo esgrimir un ingenioso twiitt.

Muy poco realmente…

Antes, por ejemplo, solía escribir textos que tenían algún tipo de conexión interna, ahora solo son datos encriptados que sólo yo consigo, vagamente, entender. Pero qué importa, esto no es un escrito para mis contactos, esto es una denuncia, para que la lean en todo Arizona:

Exijo que me devuelvan mi cerebro! Mis conexiones. Mis contactos!

Y ya que estamos pido para todos: que todos los que queramos volvamos a tener nuestra conexión divina, estelar. Millones de años de evolución son más que esta pequeña internet. Vayamos pues. 

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