jueves, 7 de julio de 2011

Argentina - Bolivia, una historia de América

Hubo una señal previa. Un detalle, imperceptible, pero definitorio. Ni bien llegué, luego de un tráfico terrible, y más allá de que un señor me quiso cobrar $50 por una improvisada cochera, en combinación necesaria con la policía de turno, hubo un hecho que denotó que no todo estaría en orden: un tipo había armado un espectacular carribar en el jardín del frente de su casa. Humeaba. Tenía repasadores coloridos y limpios. Todo bien. Le pido una hamburguesa a lo que responde: no me quedó nada. Quedé atonito ante la respuesta. Todavía faltaba una hora para empezar el partido! Como podía ser?! Seguí caminando. En la antesala a la primer entrada (hay como 4 controles antes de entrar a la cancha) una chica vendía empanadas de carne. Así decía ella. Compro dos. Pero las empanadas eran de carne y papa. Como las que hacen en el nordeste. Como las que hacen en Bolivia.

Bolivia pintaba un equipo fácil. No jugábamos en la altura, más allá de que el espectacular estadio único de La Plata esté un poco elevado del piso, así que debería ser un trámite. La goleada se presagiaba. Lo que los argentinos desconocíamos es que en La Paz no solo hay altura (esta a mas de 3.000 mts sobre el nivel del mar) sino que también hace frio. Mucho frio. Y esa noche hizo mucho frio. Si hasta se podía ver el frio. Una densa bruma azulada cubría el campo de juego. El escenario un espectáculo. Un verdadero estadio, hermoso, moderno, futurista, del cual nos deberíamos sentir completamente orgullosos sino fuera que semejante infraestructura destinada a ver espectáculos futbolísticos no es utilizada por ningún equipo principal de la ciudad (algún equipo del Argentino B suele jugar a tribunas pseudo vacias) y que el paño donde se diagraman las elegantes maniobras que harían deleitar a multitudes se encuentra en pésimas condiciones, producto de un insalvable problema de diseño del ahora casi obsoleto mastodonte de fierros. Una catástrofe edilicia. 10 años para su construcción. Millones evaporados en el medio. Corrupción, desidia, una auténtica falta de respeto, elevada al cuadrado, para que todos los pobladores de La Plata se indignen desde lejos.

Antes del partido, dos banderas. Una de Japón que circuló por la cancha en manos de su comunidad en Argentina, recordando la ausencia del equipo nacional de aquel país debido al tsunami. Aplausos aquí y allá. Del equipo nacional, que peloteaba un álgido, veloz, preciso y envidiable y tradicional “loco”, el único que se dio por enterado fue Carrizo que se lo notaba apechugado por la reciente desencion de su equipo a la B. Y aplaudió con los guantes puestos.

La otra bandera. Gigante. De celeste y blanca, sobre una cabecera. De Narvaez Conducción. Triste episodio.

El grupo con el que había ido se preparaba para el partido desde unas plateas laterales. Gracias Agrofina. Caras conocidas de la tele por ahí. Pero qué bien se ve, cerquita. Estos bolivianos que cantan? Salimos 3 a 0. Vamos argentina!!!

Largan los himnos. Realmente emocionante entonación de Soledad. Oh juremos con gloria morir. Aplausos.

Y larga el partido. La calidad de nuestros jugadores se nota y mucho. Pero no logran desequilibrar al compacto equipo boliviano. Messi le quiebra la cintura a un par de rivales con sus amagues. Tibios aplausos de la tribuna. Una vez. Dos veces. Pase en profundidad. Un buen comienzo futbolísitco. Pero con bajísima repercusión. Estoy sorprendido. De repente, el estadio estalla. Messi, Messi!!! Pero no fue por un gol, por haber mareado a 20, o un buen pase, sino por haber toreado a un rival. Extraña reacción del público que victorea de nuestro mejor jugador la peor actitud que pudiera tener. Y la que más evita. In-com-pren-si-ble.

Y llega el entretiempo. Que bien Burdisso, como juega. Zanetti no puede ser tan grandote de físico. Messi que habilidad. Mascherano como mete. Banegas está jugando bien. A Tevez lo saca en el segundo. Que lo pongan a Agüero.

Larga el segundo con la estrambótica habilidad de Di Maria sobre nuestra tribuna. Y gol de Bolivia a lo lejos. Las pantallas centrales no repiten el gol ni tienen la hora, ni el tanteador, ni los amonestados, así que me pregunto para qué están.

Después de sendos peloteos viene el golazo del Kun frente a nuestros ojos. Una delicia futbolística. Arte en un patadón. Y poco más. 1 a 1.

Los “putos” a los que “les tenemos que ganar” también tienen su cántico. “Si se puede, si se puede!”. Será una cuestión mística o me parece. Pero el premio a la N°12 se lo llevaron ellos, por ruidosos y por su mensaje de aliento que, con poco, dicen muchísimo.

Vuelvo cabizbajo y con sabor agridulce en la boca.

Algo no estamos haciendo bien.